Elías Jaua Milano.
Hace 20 años, por primera vez en nuestra historia se aprobó en votación popular un texto constitucional, nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999. Fue Hugo Chávez el que nos trajo la idea constituyente como instrumento para despejar el laberinto en que nos encontrábamos a finales de la década de los 90 del pasado siglo XX.
En lo personal haber participado de ese proceso popular constituyente significó una experiencia de vida inédita. Fue la primera vez que hice campaña para optar a una responsabilidad política institucional en nuestra Patria; que participaba en discusiones de alto nivel académico y político que incidirían en la transformación de nuestra sociedad; que podía divulgar las ideas y propuestas que mi generación había defendido en las calles, al costo de la vida y la integridad física y moral de muchos compañeros y compañeras; que podía confrontar con los voceros del pacto de élites en las plenarias y en los medios de comunicación social. En aquel proceso pude recibir y plasmar en los artículos constitucionales los sueños, los anhelos y las necesidades de diversos sujetos sociales.
Aquel año 99 firmé, en nombre de millones una Constitución para mi Patria, en la cual se refundaba la República bajo la doctrina de nuestro Padre Simón Bolívar, el gran Bolívar. Con la cantora vuelvo a repetir “Gracias a la vida” y digo más gracias a Chávez, gracias al pueblo, gracias a Dios.
La Constitución Bolivariana es nuestro Popol Vuh, como una vez la definiera Earle Herrera, mi compañero de curul en la Asamblea Constituyente de 1999, quien desde entonces se convirtió en un entrañable hermano de sueños y de luchas. Es una Carta Magna para construir un país donde quepamos todos y todas con igualdad, justicia y dignidad.
Nuestra Constitución la hemos defendido en las calles, en las urnas electorales, en la batalla de las ideas. Es una Constitución a prueba de golpes y de intervenciones extranjeras, como ha sido comprobado, una vez más, este año 2019.
En 2017, el pueblo venezolano a través del mecanismo de convocatoria presidencial a Constituyente, previsto en la Constitución Bolivariana le puso freno a la muerte. Mediante su articulado se pudo convocar a elecciones para conformar una Asamblea Nacional Constituyente que permitió una recomposición institucional que logró erradicar la violencia armada ejercida por parte de la contra revolución, que pudo haber desencadenado en una guerra civil.
La Constitución de 1999 responde a una correlación de fuerzas en un momento determinado que nos permitió desarrollar mecanismos de ejercicio democrático protagónico, colocar contrapesos y contenciones al modelo neoliberal imperante, reivindicar el carácter pluricultural y reafirmar nuestra Independencia y soberanía. Y dejo abiertas las puertas para la construcción de un modelo no capitalista, democrático popular y comunal en el artículo 184, entre otros.
Nuestra vigente Carta Magna contiene las bases fundacionales de la Quinta República, a partir de estas podemos reconstruir y corregir lo que ha sido destruido o corrompido en esta guerra sin límites a la que ha sido sometida nuestra República en los últimos años
En un momento tan complejo en lo político ideológico, como el que se vive en plano nacional e internacional no podemos poner en riesgo los fundamentos programáticos de la República Bolivariana. La Constitución de 1999 es la última línea de resistencia de los que seguimos soñando y luchando por un país Independiente, soberano, democrático popular, con desarrollo económico propio, igualitario en lo social, un país honesto.
¡Larga vida a la Constitución Bolivariana, la Constitución de Chávez, la Constitución elaborada, aprobada y defendida por el pueblo venezolano a lo largo de 20 años!
Hoy también quiero dedicar unas líneas a la memoria de los miles de venezolanos y venezolanas que hace 20 años murieron en medio del deslave de agua y el barro en La Guaira, Caracas, Miranda y otros estados del país. Nuestro recuerdo eterno y nuestro abrazo solidario a los familiares de las víctimas y a los sobrevivientes de aquella catástrofe natural.
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