martes, 26 de noviembre de 2019

“UN MAR PARA BOLIVIA, PERO DE LLANTO”


 
MARYCEL PACHECO GUTIÉRREZ (CORREO DEL ORINOCO)

 
El golpe de Estado en Bolivia es un precedente peligroso para toda América Latina. La violación de la voluntad de un pueblo, que eligió a Evo Morales como Presidente por más de 10 puntos, es un acto característico del Imperio.
Cuando evaluamos las causas, no son económicas, pues el crecimiento de Bolivia en estos 10 años ha sido sostenido y por encima de la media de América Latina. No son sociales, ya que los bolivianos tienen mayor acceso a la salud, a la educación y a una mejor calidad de vida. No son políticas, debido a que no es una lucha entre dos partidos. Las causas son impulsadas por el racismo y la lucha de clases.
La población indígena en Bolivia alcanza los 7,5 millones de personas lo que equivale al 64% del total de los habitantes. Siempre excluidos de la política y de la vida digna, lo cual vino a cambiar con la llegada de Evo al poder hace 14 años.
La Biblia al lado de la bota militar son el símbolo de este golpe de Estado, lo cual a todas luces, parece una nueva colonización. La autoproclamación “es el método elegido por Dios”, para gobernar Bolivia. Estrategia que se complementa con la Organización de los Estados Americanos (OEA) que desconoce al ganador de las elecciones, con el apoyo de los medios de comunicación.
La popularidad del presidente Aymara fue un impedimento para hacerse con el poder en Bolivia, éste debía sufrir un golpe. Recordemos la caída de su helicóptero, o mucho antes, cuando lanza su candidatura a la Presidencia y ya trazaban la estrategia para desconocer los resultados.
La OEA es de nuevo el instrumento utilizado por el imperio para derrocar gobiernos legítimos, atendiendo el llamado de clase de la oligarquía boliviana, que antes de Evo, manejaba el control de los grandes recursos del país.
Si evaluamos qué se logró con la salida del presidente Evo Morales, podemos afirmar que finalmente alcanzaron una salida al mar, pero de llanto, porque han aumentado los conflictos, los muertos, casi todos indígenas, los heridos y la inestabilidad del país.
La lucha debe ser de todos los pueblos de nuestra región, que tienen una larga experiencia en colonización, neocolonización y lucha de clases. Hoy la Wiphala ondea en Latinoamérica desde donde rechazamos el golpe de Estado en Bolivia.
 

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