MARYCEL PACHECO GUTIÉRREZ (CORREO DEL ORINOCO)
El golpe de Estado en Bolivia es
un precedente peligroso para toda América Latina. La
violación de la voluntad de
un pueblo, que eligió a Evo Morales como Presidente por más
de 10 puntos, es un
acto característico del Imperio.
Cuando evaluamos las causas, no
son económicas, pues el crecimiento de Bolivia en estos 10
años ha sido
sostenido y por encima de la media de América Latina. No son
sociales, ya que
los bolivianos tienen mayor acceso a la salud, a la
educación y a una mejor
calidad de vida. No son políticas, debido a que no es una
lucha entre dos
partidos. Las causas son impulsadas por el racismo y la
lucha de clases.
La población indígena en Bolivia alcanza
los 7,5 millones de personas lo que equivale al 64% del
total de los habitantes.
Siempre excluidos de la política y de la vida digna, lo cual
vino a cambiar con
la llegada de Evo al poder hace 14 años.
La Biblia al lado de la bota
militar son el símbolo de este golpe de Estado, lo cual a
todas luces, parece
una nueva colonización. La autoproclamación “es el método
elegido por Dios”,
para gobernar Bolivia. Estrategia que se complementa con la
Organización de los
Estados Americanos (OEA) que desconoce al ganador de las
elecciones, con el
apoyo de los medios de comunicación.
La popularidad del presidente
Aymara fue un impedimento para hacerse con el poder en
Bolivia, éste debía
sufrir un golpe. Recordemos la caída de su helicóptero, o
mucho antes, cuando lanza
su candidatura a la Presidencia y ya trazaban la estrategia
para desconocer los
resultados.
La OEA es de nuevo el instrumento
utilizado por el imperio para derrocar gobiernos legítimos,
atendiendo el
llamado de clase de la oligarquía boliviana, que antes de
Evo, manejaba el
control de los grandes recursos del país.
Si evaluamos qué se logró con la
salida del presidente Evo Morales, podemos afirmar que
finalmente alcanzaron una
salida al mar, pero de llanto, porque han aumentado los
conflictos, los
muertos, casi todos indígenas, los heridos y la
inestabilidad del país.
La lucha debe ser de todos los
pueblos de nuestra región, que tienen una larga experiencia
en colonización, neocolonización
y lucha de clases. Hoy la Wiphala ondea en Latinoamérica
desde donde rechazamos
el golpe de Estado en Bolivia.
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