Por: Richard Canan
Que inmorales son algunos países cipayos de nuestro continente. Se comportan como perritos falderos que solo bailan al son del amo. Lo que el Tío Sam ordene por esa boquita. Por eso el descarado trato diferenciado, agresivo e intolerante, que la derecha le aplica con dureza a Venezuela, en comparación con la burda pasividad frente a los desmanes que a diario ocurren en muchos países gobernados por las rancias oligarquías conservadoras. Es una doble moral que evidencia los variados matices que los poderosos inquisidores utilizan para condenar a algunos o para exculpar a otros. Las diferencias son tan descaradas que no se pueden esconder. Es evidente la protección y defensa a muerte de sus pares.
En Perú tener dos o tres presidentes al mismo tiempo es de lo más normal. Ha ocurrido varias veces. Nada está claro en un país tumultuoso cuyo actual presidente está sustituyendo circunstancialmente al destituido por corrupción, Pedro Pablo Kuczynski.
Dónde están los “diligentes” del Grupo de Lima, la inquisidora Unión Europea o el colérico Donald Trump. Todos hacen mutis. Están viendo para otro lado esperando baje la marea. Igual los grandes medios, que aplicaron guantes de seda y ya sacaron las turbulentas noticias del conflicto político peruano de sus primeras planas y de sus redes sociales. Cosas de la inmoralidad de los poderosos grupos mediáticos.
El tema es altamente conocido y tiene similitudes con el caso venezolano. El Presidente Vizcarra ordenó disolver el Congreso luego de que el organismo legislativo ejerciera un voto de censura en contra de su gabinete lo que generó la destitución de todo el Consejo de Ministros. Todo en medio de una virulenta pugna por cooptar los cargos en la renovación de los estratégicos miembros del Tribunal Constitucional.
En paralelo, el Congreso intentó destituir a Vizcarra por “Incapacidad Moral” y nombró a la vicepresidenta Mercedes Aráoz, pero ya estaban “inhabilitados” (en desacato, le decimos aquí) por lo que el nombramiento no llegó a tener validez alguna. Vizcarra, luego de destituir a todo el parlamento de un plumazo, señaló con desparpajo que convocará nuevas elecciones legislativas para el próximo año. Un avión. Anuló a todos sus contrincantes políticos del parlamento de manera burda, a través un golpe “administrativo”. Sin embargo, deberá sortear las sentencias que el Tribunal Constitucional de Perú emita frente al conflicto de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Tremendo arroz con mango. Pero el silencio imperial es atroz, dándole total respaldo a los excesos de Vizcarra. En medio del debate político, la cúpula militar también apareció presta a retratarse con Vizcarra y expresaron que “reafirman en Palacio de Gobierno su pleno respaldo al orden constitucional y al presidente”. Las “fotos en familia” con los milicos rememoran de inmediato todos los golpes de Estado y las recurrentes dictaduras militares sufridas en el Perú en el siglo pasado.
Otro que ya no sorprende por su doble moral y su descarada indulgencia, es el triste Secretario (sectario, más bien) General de la OEA, el agente imperial Luis Almagro. De consumado lorito parlanchín ha pasado a una especie de tótem: ciego, sordo y mudo. A duras penas se atrevió a rebotar un tímido tuit remitiendo a un comunicado oficial de la OEA. Su excesiva cabronería con el gobierno de Vizcarra no tiene nada que ver con sus histéricas y reactivas pataletas en contra de Venezuela. En todo caso el vergonzoso comunicado de la OEA destaca por su excelsa afabilidad, señalando que “compete al Tribunal Constitucional del Perú pronunciarse respecto a la legalidad y legitimidad de las decisiones institucionales adoptadas, así como sobre las diferencias que pudieran existir en la interpretación de la Constitución, conforme a las acciones y planteos que realicen los actores políticos al mismo”. Nada parecido con Venezuela, de reconocer la existencia de diferentes “actores políticos” o de respetar a los distintos poderes legalmente constituidos. Son unos inmorales.
Otro que salió con sus acostumbradas torpezas y disparates, es el disociado y espurio “canciller” Julio Borges. Alucinando en sus mesiánicas declaraciones de que todas las protestas y justas reivindicaciones que los pueblos suramericanos realizan en este momento (Perú, Ecuador, Colombia) forman parte de un exitosísimo complot interplanetario organizado y planificado por el Gobierno Bolivariano y sus diligentes aliados regionales para acabar con los benefactores de la derecha golpista venezolana. Sin sus generosos “aportes” monetarios se les acabaría la vida de sibaritas y jeques a Borges y demás miembros de la cúpula neofascista de la extrema derecha. Por eso sus quejosas pataletas desesperadas, para que no caigan en desgracia los maleantes que les financian sus crímenes. Que feo huele el rasero peruano.
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