El tema del Esequibo es consecuencia directa de las nefastas prácticas de colonización de los imperios parasitarios que invadieron nuestro continente y se expandieron a partir del siglo XVI. Españoles, holandeses, ingleses, portugueses y franceses. Todos repitieron el mismo esquema de poderío territorial, exterminio de las poblaciones y culturas autóctonas y ejecutaron un voraz saqueo de las riquezas naturales de estos territorios.
En el caso del territorio Esequibo, el Imperio Británico, uno de los más sanguinarios saqueadores en la historia de la humanidad, compró en 1814 las posesiones holandesas en la costa Atlántica del norte de Suramérica. Sin embargo, sus marcadas ambiciones por incrementar sus posesiones territoriales, lo llevaron a ejecutar un premeditado plan de expansión, anexando todo el territorio posible, con la intención de llegar a dominar hasta “las fuentes del Rió Orinoco”, ricas en oro y maderas.
En situación de minusvalía frente al poderoso Imperio Británico, Venezuela solicitó el apoyo del gobierno de Estados Unidos para resolver la disputa territorial. Un error bien caro, pues en el Laudo Arbitral de Paris del año 1899, se despojó a Venezuela del territorio que históricamente pertenecía a la Capitanía General de Venezuela y que fueron reconocidos como parte integrante de nuestra naciente República a partir de la independencia el 19 de abril de 1810. Todo de acuerdo al derecho internacional y al principio Uti Possidetis Juris: “como poseéis, así poseeréis”; para mantener el control político y la integridad territorial del país una vez alcanzada la independencia sobre el imperio colonizador español.
En el Laudo de 1899, Venezuela, sin representantes legales en el tribunal, fue despojada irrita y burdamente de este vasto e histórico territorio de más de 159.000 Km². El poderoso e inescrupuloso Imperio Británico se confabuló con los miembros del Tribunal Arbitral para ejecutar con impudicia el vil despojo mediante una negociación secreta entre los miembros del tribunal (confesión de Mallet-Prevost, 1949).
Venezuela denunció todos los vicios, pero no estaba en condición de enfrentar a un enemigo de mayor capacidad política, económica y militar. Tuvo que esperar décadas para poder denunciar ante la Organización de Naciones Unidas el despojo colonialista ejecutado vilmente por el Imperio Británico. En 1966 se firma el Acuerdo de Ginebra donde se acuerda “crear una comisión mixta para buscar un mecanismo para dar por terminado el conflicto”. Sumando la situación de que a los pocos meses el “gentil” imperio otorgó la independencia a su colonia, que pasó a llamarse República Cooperativa de Guyana. Pasaron los años y se firmó el Protocolo de Puerto España en 1970, y luego al método de los Buenos Oficios (desde 1990) sometidos a la intermediación del Secretario General de las Naciones Unidas.
Vista hasta aquí la complejidad histórica y legal del tema del despojo del territorio Esequibo que el inescrupuloso Imperio Británico pretendió ejecutar en contra de los intereses y derechos de Venezuela, cómo es posible que una serie de individuos rastreros, sin cualidad legal o moral alguna, estén comprometiendo de la manera más soez y mediocre posible los intereses de la República a espaldas de todo el pueblo venezolano.
Esto es inmoral. Que los “agentes” del usurpador Guaidó estén negociando cuanto activo y territorio estén a su alcance, demuestra la falta de escrúpulos, de patriotismo y la rapiñería que llevan en la sangre estos miserables saqueadores. Su talante criminal no tiene parangón en la historia reciente del país.
Los “delegados”, “asesores” y demás “agentes comerciales” enviados por todo el mundo por el espurio Guaidó, tienen licencia abierta para negociar toda el agua del Orinoco, las arenas de los Médanos de Coro, la nieve del pico Bolívar y hasta el último pozo de petróleo. Negociar todo si es necesario, comprometer hasta el alma, con tal de satisfacer sus ansias desmedidas de poder. Que inmoralidad.
Por eso la importancia de las revelaciones de las nada discretas conversaciones de los “agentes” Vanessa Neumann y Manuel Avendaño. La develada confesión para defender los intereses de Guyana en el diferendo territorial podría estar estrechamente vinculada a defender los contratos para la explotación de yacimientos petroleros que la corporación norteamericana Exxon Mobil ejecuta en estos estos ricos territorios.
“Desistir” al reclamo histórico de Venezuela sobre el territorio Esequibo, puede ser parte de los “compromisos” que el lacayo Guaidó ha asumido con sus patronos del Imperio Norteamericano a cambio de recibir apoyo para sus pretensiones golpistas. De seguro aparecerá Guaidó con su pulcro uniforme de Exxon Mobil, mostrando orgulloso su placa de reconocimiento como el empleado del mes. No se escapará de la cárcel. Su destino es el fracaso y el ostracismo, pues los pueblos del mundo siempre repudian a los mercenarios, a los traidores y vendepatrias.
Los venezolanos patriotas no tenemos dudas. El Esequibo es nuestro. Es parte integrante de nuestro territorio y debemos avanzar cohesionados hacia la resolución del conflicto en el marco de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, de las normas y tratados internacionales, procurando siempre la paz y el respeto de los pueblos. Debemos bregar por la integración y reconocimiento legal, político y cultural de todos los nacidos en ese territorio; empezando por otorgarles su nacionalidad venezolana y que puedan disfrutar de todos los beneficios y logros sociales de la Revolución Bolivariana.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
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