Por: Elías Jaua Milano
Hace 6 años ya, el 20 de octubre del año 2012 el Comandante Chávez desarrolló, en una alocución conocida como Golpe de Timón, un conjunto de orientaciones para la construcción del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI. Una de esas orientaciones consistió en reafirmar el carácter esencialmente democrático de nuestro proyecto revolucionario, diferenciándolo claramente del modelo totalitario y de control de la sociedad en el que derivó la experiencia socialista de la Unión Soviética. En su mensaje de aquel día, Chávez deja para la posteridad su concepción del Socialismo:
“El socialismo libera; el socialismo es democracia y la democracia es socialismo en lo político, en lo social y en lo económico”.
Más adelante, en ese discurso, el Comandante insiste en que nuestro modelo socialista no puede ser producto de una imposición, sino el resultado de un gran esfuerzo por convencer con la predica y la práctica a la sociedad:
“Una de las cosas esencialmente nuevas en nuestro modelo es su carácter democrático, una nueva hegemonía democrática, y eso nos obliga a nosotros no a imponer, sino a convencer”.
No hay lugar a dudas que Hugo Chávez quiso dejar sentada la necesidad de la consolidación de una cultura democrática que exprese el esfuerzo realizado por la sociedad venezolana, tras su investidura como Presidente de la República, el 2 de febrero de 1999.
Esfuerzo éste caracterizado por; un proceso constituyente originario que culminó con la aprobación popular, por primera vez de un texto constitucional, nuestra Constitución Bolivariana de 1999; procesos de consulta permanente a la soberanía popular por la vía electoral, con altísimos porcentajes de participación, y por mecanismos de democracia directa y protagónica; una concepción democrática del orden interno contraria a las políticas sistemáticas de tortura, desaparición forzada y ejecuciones policiales del Punto Fijismo; un funcionamiento armónico de los Poderes del Estado, en función de los intereses nacionales y de las mayorías históricamente excluidas; la disminución sustantiva de la grosera desigualdad social que, causa estructural de la pobreza en Venezuela; la democratización de los factores y medios de producción, y el acceso a financiamiento para las grandes mayorías; el reconocimiento y visibilización de la diversidad étnico cultural de nuestra sociedad; el desarrollo de las más amplias libertades políticas y la democratización de la propiedad sobre los medios de comunicación social y del acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicación; la promoción y apoyo de instancia colectivas de gobierno directo a través de los Consejos Comunales, las Comunas y las más diversas formas de organización del Poder Popular; entre muchos otros procesos democratizadores.
En fin, en apenas una década, se logró construir un modelo político, económico, social y cultural garantista de los derechos humanos integrales que permitió avanzar en la superación de la histórica y sistemática violación de los mismos.
Cómo consolidamos y expandimos estos avances hacia el porvenir, cómo recuperamos lo que nos han quitado o hemos perdido en materia de mecanismos de profundización de la democracia participativa y protagónica aprobada por nosotros en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999. Volvamos a la lectura del pensamiento de Hugo Chávez al respecto, esta vez en sus anotaciones de las reflexiones en el seno del Movimiento Bolivariano 200 (MBR 200) a principios de la década de los 90 del siglo XX, el Libro Azul:
“El pueblo como depositario concreto de la soberanía debe mantener su fuerza potencial lista para ser empleada en cualquier momento y en cualquier segmento del tejido político, para reparar daños a tiempo, para reforzar algún desajuste o para producir transformaciones que permitan el avance del cuerpo social en la dirección estratégica autoimpuesta. Para ello, el sistema político debe instrumentar los canales necesarios, tanto a nivel local como regional y nacional. Canales por los cuales corra el poder popular protagónico”.
Lo extenso de la cita del texto escrito por el Comandante, se justifica en tanto que consideramos que allí está la clave para el desarrollo democrático de nuestra sociedad: más poder de decisión y acción para el pueblo, menos poder para las élites, cualesquiera que están sean. En tal sentido, se impone un gran esfuerzo nacional de cara a la década por venir, rumbo al 2030, que nos permita:
Garantizar y expandir todos los derechos humanos previstos en nuestra Constitución, erradicando cualquier forma de impunidad cuando se produzcan violaciones a los mismos.
Consolidar y desarrollar la democracia participativa y protagónica, a través de los mecanismos de participación popular previstos en nuestra Constitución Bolivariana y multiplicar las formas de gobierno popular en lo concreto, en el territorio, en las comunas.
El compromiso de todos los actores políticos con el reconocimiento a las decisiones electorales de las mayorías, el apego a las normas constitucionales y con la renuncia a cualquier forma de violencia política.
Garantizar el funcionamiento armónico, transparente y eficaz de todos los órganos del Poder Público nacional, regional y local en función de los intereses nacionales y populares.
Reconocimiento de todas las formas de propiedad sobre los medios de producción y profundización de la democratización legal de las mismas.
Lograr los mayores porcentajes de igualdad social; a través de una justa distribución del ingreso nacional; del desarrollo de una cultura del trabajo productivo que permita la generación de bienes y servicios esenciales, así como el acceso de toda la población a los mismos; y del castigo judicial ejemplarizante a toda forma de enriquecimiento ilícito.
Acordar una política nacional sobre el papel de los medios de comunicación, que establezca el uso democrático de los mismos, con el fin de fortalecer una cultura del reconocimiento y la convivencia política, cultural y social.
Compatriotas, para preservar nuestra Independencia nacional y el derecho a vivir en paz que tenemos como pueblo debemos tener la voluntad, hoy más que nunca, de construir una sociedad donde quepamos todos y todas con igualdad, justicia y dignidad.
Por más profundas que sean nuestras diferencias, que lo son, la dirigencia política opositora tiene que renunciar o deslindarse del sistemático ejercicio de la violencia que algunos sectores están empeñados en desarrollar, el último de ellos de extrema gravedad y maldad, el magnicidio en grado de frustración contra el Presidente de Venezuela, nuestro compañero Nicolás Maduro Moros, y demás autoridades del Estado presentes ese aciago día; pero de igual manera digo que es deber de la dirigencia revolucionaria no dejar que la sistemática política de agresión, interna y externa, nos empuje hacia las prácticas autoritarias del pasado, erradicadas por la revolución. Chávez nos enseñó que las más graves conspiraciones se derrotaban con más democracia revolucionaria.
Sigamos el camino de Chávez, camino reiterado por él en su último mensaje público del 8 de diciembre de 2012:
“Nosotros debemos garantizar la marcha victoriosa de la Revolución Bolivariana, la marcha victoriosa de esta Revolución, construyendo la democracia nueva, que aquí esta ordenada por el pueblo en Constituyente; construyendo la vía venezolana al Socialismo, con amplia participación, en amplias libertades”.
Esa es la vía para despejar el horizonte, Democracia Bolivariana, Democracia Protagónica, Democracia Revolucionaria, Democracia Socialista. Auténtica Democracia. Así será.
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