Con las recientes amenazas de nuevas sanciones económicas y financieras a Venezuela por parte de los Estados Unidos, específicamente a la industria petrolera venezolana, se han manifestado diversas opiniones con respecto a la tentativa de presión gringa contra el país.
Una de ellas intenta endilgarle la culpa al presidente Nicolás Maduro, y al chavismo todo, de que la potencia estadounidense estudie la medida mencionada por su actuación como gobierno ante el clima político, económico y social claramente impulsado por la oposición venezolana.
Nada tan lejos de la realidad, ya que fue el mismo Julio Borges, líder de Primero Justicia y presidente de la Asamblea Nacional en desacato, quien pidió mayor presión contra el Gobierno venezolano por parte de la Administración Trump.
En abril de este año, el dirigente opositor declaró a un medio estadounidense, The Washington Times, que la intervención del presidente Donald Trump en los asuntos internos de Venezuela tiene un efecto positivo para la MUD.
Concretamente, Borges dijo que "es muy importante para nosotros que el presidente Trump sea un factor de ayuda para crear la máxima presión internacional".
Días antes de estas declaraciones, Borges se había reunido con H.R. McMaster, el consejero de seguridad nacional, uno de los cargos más cercanos a la presidencia estadounidense. A la luz de los petitorios hechos por el dirigente opositor, no hay que inferir demasiado para entender de qué hablaron en Washington.
En esa misma entrevista, reseñada por Misión Verdad en su momento, el líder de Primero Justicia agradeció al ex presidente Barack Obama todos las acciones que durante su paso por la Casa Blanca adelantó para ejercer la necesaria presión sobre el ejecutivo venezolano.
No es la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) la responsable de que Estados Unidos considere sancionar fuertemente a Venezuela, sino los dirigentes de la MUD en su afán de mostrarse victoriosos en la consecución de un golpe de Estado que ponga en primer plano los intereses corporativos estadounidenses.
Además acotó que las sanciones a funcionarios venezolanos, entre ellos el vicepresidente ejecutivo Tareck El Aissami, son acciones pertinentes para los intereses de los EEUU, esos mismos que intenta proteger Borges con el intento de concreción del golpe de Estado en esta nueva fase de escalamiento violento por parte del antichavismo.
Por lo que procedió a decirle a The Washington Times que "EEUU podría prohibir el intercambio comercial o político con Venezuela, imponiendo la Carta Democrática Interamericana de la OEA, lo que significaría el aislamiento completo de Venezuela: un país bajo cuarentena".
El hecho de que Borges pidiera en una importante tribuna mediática la aplicación de sanciones que involucrarían bloqueos económicos y financieros a Venezuela desmiente por completo la versión de que es el mismo chavismo el que con la ANC motiva las medidas anunciadas por el presidente Donald Trump. Cuando Borges exigió las sanciones la ANC todavía no figuraba en el tablero político nacional.
Incluso infiere cierto regocijo por que Venezuela pudiera ser "un país bajo cuarentena" a expensas del pueblo venezolano todo, pues se entiende que las sanciones económicas contra Pdvsa pegan directamente al corazón económico y financiero del país, lo que se traduciría en menos liquidez para afrontar el consumo básico de la ciudadanía en términos de importación de alimentos y otros rubros importantes para el cotidiano devenir venezolano.
Tampoco podemos olvidar que el mismo Borges pidió a los gobiernos de la Unión Europea en mayo reciente que aplicaran sanciones contra Venezuela "en conjunto" con las emitidas por EEUU.
De efectuarse las anticipadas sanciones, los principales responsables a lo interno de Venezuela son los dirigentes de la oposición local, con Julio Borges a la cabeza, que pretenden agilizar un golpe de Estado a costa de la población venezolana, que viviría una guerra económica profundizada a partir de las medidas estadounidenses, más el escalamiento de la violencia antichavista que trae consigo sangre y muerte a las calles del país.
El verdadero significado de "un país bajo cuarentena".
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