De los frentes de guerra financiera del bloque occidental, las agencias calificadoras de riesgo son punta de lanza. El control de la riqueza pasa por el arbitraje político de estas agencias, y el chantaje imperial es orden del el 1%.
Las dos guerras mundiales acaecidas el siglo pasado han servido de apoyo para oxigenar capitalismo norteamericano. Luego de finalizar la Segunda Gran Guerra, con una Europa desbastada, los principales bancos estadounidenses (Chase Manhattan Bank, Citibank, Lehman Brothers, Merril Lynch) tomaron al toro por los cachos y se erigieron como los grandes emporios prestamistas para subsanar la crisis en esa parte del mundo.
Convertirse en los principales acreedores de dólares inflados (pues el acuerdo de Bretton Woods eliminó en 1944 el patrón oro como respaldo del billete verde) generó un daño colateral mucho más agravante que el endeudamiento inicial de estas naciones: se configuraron mecanismos, fórmulas, estadísticas, patrones y normas para aseverar, con el descaro propio de la hegemonía imperial financiera, quiénes pueden pagar sus “compromisos” y quienes están inhabilitados para hacerlo.
Si es la primera opción, los países quedan condenados a la deuda especulativa, y si es la segunda, les sale embargo.
La última palabra la tienen las agencias calificadoras de riesgo.
Definición
Las calificadoras de riesgo son agencias privadas que analizan los activos de empresas y Estados-nación. Estas agencias son contratadas para calcular el riesgo de inversión en un producto financiero cualquiera (acciones en empresas, compra y venta de bonos).
Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch son las principales calificadoras, con sedes en Nueva York. Conforman el oligopolio en este ramo desde la década de 1970.
Aunque son entes privados, la legislación norteamericana las incluye en sus dictámenes: para hacer una inversión cualquiera el empresario tiene que pasar primero por la calificación de estas agencias, que cobran miles de dólares para ofrecer reportes y análisis. A partir de la década de 1980 se exporta este sistema de calificación hacia la Unión Europea y toda la zona de influencia económica-política del bloque occidental.
Las calificadoras de riesgo supervisan los presupuestos de la Unión Europea y de otros países bajo la influencia de Wall Street y la City (Londres). Forman parte de la geometría económica al servicio del FMI, el Banco Mundial y la Comisión Europea.
Los casos de Portugal, Grecia y España son paradigmáticos en cuanto a la autoridad de las calificadoras de riesgo, ya que tienen calificaciones cercanas al default o cesación de pagos, no pudiendo estos países elegir cuáles créditos pagar y cuáles no para el bienestar general de sus economías y poblaciones.
No sólo el FMI y el Banco Mundial son los estamentos que rigen a las calificadoras, sino también una asociación de banqueros y de fondos de inversión de alto riesgo están detrás de estas agencias. Goldman Sachs, Deutsche Bank, JP Morgan, Bank of America, Citizens Financial Group, Citi Group, son grandes bancos asociados a las calificadoras, así como los fondos de inversión SAC Capital Advisors y Soros Fund Management.
¿Cuáles son los parámetros para otorgar calificaciones?
Antes que nada es prioritario definir que las calificadoras de riesgo establecen parámetros y fórmulas que le permiten saber a un país o una empresa sus capacidades de pagar o no pagar. Es decir, su estabilidad económica y financiera de acuerdo al valor de sus activos, reservas, gastos, inversiones, etc. Estas fórmulas/parámetros son de fácil manipulación, como veremos más adelante.
Con las siguientes letras las calificadoras de riesgo analizan la solvencia y la estabilidad económica:
Cuatro datos sobre manipulación y chantaje
- Japón y Estados Unidos son países clave para entender la extorsión financiera. Ambos países tienen deudas mayores a los de su PIB nominal. Japón (274% de su PIB) y Estados Unidos (108% de su PIB). Sin embargo, por razones de geopolítica financiera, tienen las más altas calificaciones aun cuando no pueden honrar sus compromisos externos. La hipocresía en este sentido nunca está en riesgo de default.
- Cuando Estados Unidos cayó en recesión durante 2008, las acciones inmobiliarias de Lehman Brothers tenían calificación AAA. Durante la corrida bancaria se demostró que dichas acciones eran activos basura, no valían nada en la economía real. Pura especulación bancaria. Ese dato histórico y económico desacreditó aún más las actividades de estas agencias, las cuales revalorizan activos del corretaje malsano e irracional con el único objetivo de fortalecer un prestigio ilusorio de las potencias económicas que se encuentran en profunda debacle. La manipulación tiene calificación AAA.
- Bolivia desde que Evo es Presidente ha aplicado un plan de nacionalizaciones y expropiaciones en el ámbito bancario y estratégico. La expansión de estas ramas productivas aumenta, obviamente, los apetitos transnacionales de inversión y financiación de dichos proyectos. Las calificadoras de riesgo, en aras de implantar temor en las transnacionales, le han colocado a este país calificación de CCC donde los activos nacionales son altamente especulativos y hay poca probabilidad de pago. Es parte de la guerra global por conseguir forzosamente contracciones económicas en países antiimperialistas.
- Venezuela ha tenido, a lo largo de estos 15 años, un sostenido flujo de divisas. Posee una deuda muy inferior al total de su PIB (42%) y cumple al pie de la letra todos sus compromisos internacionales (importaciones, pagos de bonos emitidos por la República, etc.). Tiene también un gasto interno que le permite mantener un crecimiento económico sostenido.
Sin embargo, las calificadoras de riesgo dotan a Venezuela de calificación CC, es decir, riesgo económico de no pagar lo que debe. Y este análisis no pasa por el estudio sistemático del flujo interno de divisas, o el estado de las cuentas nacionales de la República, simplemente apelan al dólar paralelo: de esta manera fortifican su expedición en la embestida fachofinanciera contra la Revolución Bolivariana.
Tomando como índice el dólar paralelo, aseguran que Venezuela tiene una alta inflación que le impide sostener las importaciones y demás compromisos internacionales, además de generar un repliegue por parte de los inversores extranjeros (si no pagan, no invierto). Es parte de la extorsión mediática que reagrupa internamente los enclaves criollos de la guerra económica.
En el entramado conspirativo las calificadoras de riesgo son punta de lanza. Saber los mecanismos y patrones de funcionamiento de las mismas es una labor necesaria para estos tiempos en los que se nos exige una mayor claridad argumental para esclarecer por dónde vienen los tiros (y cuáles pistolas disparan).
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