Fueron aisladas por primera vez en el Ivic
Sustancias contenidas en las hojas de Aspidosperma fendleri y Licania Cruegeriana controlan la
hipertensión y el ritmo cardiaco
Altos de Pipe, 06 de agosto de 2015 (Mariel Cabrujas M.).-
Impedir la formación de coágulos y controlar tanto la
hipertensión como la frecuencia cardiaca son acciones deseables en cualquier
fármaco empleado en la terapia de enfermedades cardiovasculares.
Para hallar sustancias con las potencialidades
mencionadas se requiere del estudio de los compuestos provenientes de las
plantas y de la experimentación preclínica que determina su acción. En esta
búsqueda un grupo de especialistas del Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas (Ivic) descubrió recientemente los efectos cardiovasculares y
antiplaquetarios, no reportados anteriormente, de las hojas de las plantas Aspidosperma fendleri y Licania Cruegeriana,
nativas de Suramérica.
La investigación demostró que los extractos de estas
especies vegetales son capaces de disminuir la presión arterial y mantener
estable la frecuencia cardiaca, teniendo poca incidencia en la frecuencia
cardiaca.
La acción de un medicamento puede variar dependiendo
de las condiciones de cada organismo. Por ello, encontrar nuevos tratamientos
eficientes y accesibles es una labor apremiante, sobre todo cuando se enfrenta
a problemas de salud crónicos y con alta incidencia en la población como las
enfermedades cardiovasculares.
“Los problemas cardiovasculares son la principal causa
de muerte y discapacidad en el mundo. Es necesario buscar alternativas
terapéuticas diferentes a las conocidas, porque se ha observado que existe un
grupo de personas resistentes a algunas de ellas”, destacó la investigadora del
Ivic y una de las responsables del estudio, Claudia Alvarado.
Naturaleza local con potencial
El uso popular que se le ha dado a las plantas para
aliviar algunas dolencias y los registros de la literatura que reportan efectos
comprobados de las mismas son fuentes de información para quienes investigan
nuevas sustancias con fines medicinales.
“Nuestra flora tiene una gran biodiversidad y allí deben
haber nuevas moléculas que aún no se han explorado y que seguramente tienen
efectos biológicos con aplicación en la medicina”, destacó el investigador del
Ivic, coordinador y miembro del equipo de trabajo, Omar Estrada.
Aspidosperma fendleri pertenece a la familia Apocynaceae,
conformada por 1.500 especies y 424 géneros que habitan en la zona tropical y subtropical
del planeta. Algunos de estos árboles, hierbas y arbustos han sido descritos
por sus propiedades sobre la hipertensión arterial. Sin embargo, estas todavía
no han sido avaladas científicamente.
Por su parte, Licania cruegeriana
proviene de la familia Chrysobalanaceae, representada por más de 200 especies de
árboles y arbustos, principalmente distribuidos en las regiones tropicales de
Suramérica.
Para llegar a los resultados obtenidos, los
especialistas aislaron por primera vez los componentes activos presentes en las
hojas de los arbustos comunes en tierras venezolanas, especialmente en el
parque nacional Henry Pittier, ubicado en el estado Aragua.
En los dos casos se identificó acción cardiovascular
en los extractos etanólicos de las plantas, en las fracciones y sub fracciones
derivadas de dichos extractos hasta localizar los compuestos activos:
triterpenos glicosildos (A. fendleri)
y nuevos triterpenos (L. cruegeriana). Ambos
fueron sometidos a experimentación con la finalidad de comprobar sus
propiedades y efectos sobre ratas hipertensas.
Los compuestos cardiovascularmente activos fueron
inyectados en una sola dosis y de forma intravenosa a los animales. La acción
sobre la presión arterial y la frecuencia cardiaca fue monitoreada
constantemente, observando que el efecto hipotensor se alcanzaba en un tiempo
máximo de 65 segundos, según se explicó en los artículos científicos publicados
en diciembre de 2014 en la revista Molecules
y en febrero de 2015 por la revista Natural
Product Communications.
El protocolo seguido para la experimentación fue
avalado por el Comité de Ética del Ivic, garantizando el cumplimiento de las
normativas exigidas para el uso de animales con fines de experimentación
científica.
Los extractos de las plantas se obtuvieron al disolver
en etanol el contenido de las hojas, para luego ser separados empleando
técnicas cromatográficas. En los extractos los componentes se encuentran a baja
concentración, por eso son fraccionados y colocados en un solvente apropiado.
Las fracciones resultantes son sometidas a los ensayos biológicos para precisar
cuál de ellas contiene la sustancia responsable del efecto.
Técnicas especializadas permiten determinar cuál es la
molécula involucrada en la acción, una vez que se purifica el compuesto
bioactivo proveniente del extracto. “Desde que concebimos el proyecto estamos evaluando
plantas para aislar las moléculas con potencial terapéutico. La idea es
realizar posteriormente estudios farmacológicos y toxicológicos para evaluar a
profundidad la acción y su posible uso”, indicó la investigadora.
Encontrar en las plantas autóctonas de América Latina
nuevas sustancias con efectos beneficiosos sobre la salud también representa
una oportunidad para explorar la diversidad natural y dirigir esfuerzos en la
producción de soluciones elaboradas con materia prima local.
“Apostamos a darle valor a nuestra biodiversidad y a
darle mejor calidad de vida a la población disminuyendo las discapacidades
generadas por las enfermedades cardiovasculares, a través del uso sustentable
de la naturaleza”, señaló Alvarado.
El trabajo forma parte del proyecto de Misión Ciencia
denominado “Desarrollo de fármacos para el tratamiento de enfermedades
cardiovasculares” (2007), coordinado por Estrada. El equipo participante en las
publicaciones está compuesto por el personal científico del Ivic, Omar Estrada,
Claudia Alvarado, Whendy Contreras, Giovana Acha, Withney Vinturini y la estudiante
de posgrado Eva Lucena. Además colaboraron los investigadores de la Facultad de
Farmacia de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Juan González y María
Salazar Bookaman; y el botánico de la Facultad de Agronomía de la UCV, Alfonso Cardozo.
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